Un deslizamiento semántico

Así titula el periodista Iker Seisdedos su artículo publicado hace unos días en «El País» sobre la restauración de un cuadro perteneciente a los fondos del Prado, depositado como tantos otros, durante el siglo XIX, en diferentes lugares —éste en concreto, en una parroquia de la provincia de Almería— y que se unirá en fechas próximas a los demás que se conservan en el célebre museo madrileño de la mano del genio de Pieve di Cadore (cuyo ilustre nombre preferimos escribir, al uso clásico español, como Ticiano, al igual que hablamos de Miguel Ángel y de Rafael).

Evidentemente, si uno consulta las acepciones del adjetivo pródigo en el DRAE (1. adj. Dicho de una persona: Que desperdicia y consume su hacienda en gastos inútiles, sin medida ni razón. U. t. c. s. // 2. adj. Que desprecia generosamente la vida u otra cosa estimable. // 3. adj. Muy dadivoso. // 4. adj. Que tiene o produce gran cantidad de algo), descartadas las tres primeras por aplicarse a personas, y no a cosas, tampoco la cuarta puede predicarse de un cuadro.

A todas luces, se ha aplicado el adjetivo pródigo al lienzo de Ticiano calcándolo de la expresión «hijo pródigo», de la tal vez hoy ya no tan popularmente conocida parábola evangélica. En efecto, si para el DRAE «hijo pródigo» es ‘hijo que regresa al hogar paterno, después de haberlo abandonado durante un tiempo, tratando de independizarse’, sí cabe aplicar este adjetivo, por analogía, a un cuadro que «estaba perdido, y ha sido hallado», como dice de su hijo el padre de la parábola lucana (Lc 15, 32).

Con ello se produce un evidente deslizamiento semántico del adjetivo desde las acepciones negativa (‘el que derrocha’) y positivas (‘el generoso, el dadivoso, lo fecundo’) a otra (‘el o lo que vuelve o se recupera tras estar perdido’) cuyo único nexo con los anteriores significados lo da un elemento propiamente extralingüístico: en este caso, el relato evangélico transmitido por Lucas.

Habría que examinar si la frecuencia y la extensión de pródigo en calcos similares del sintagma «hijo pródigo» justificaría la incorporación de dicho significado como una acepción más del adjetivo.

Pablo Herrero Hernández

Deja un comentario